Vértigo interior…

Cuando la soledad me inunde y el miedo me abrace,
seré canción en el viento y plegaria en la nada,
mi voz será un eco silencioso,
que retumba, castiga, rompe y olvida,
será melancolía de una cítara vacía,
y de un arpegio taciturno que perdió su camino.

Seré castillo sin rey,
pero lleno de preguntas que sangran lento,
seré un latir tembloroso en la caverna del alma,
clamor que no pide, sino que arde.

Caminaré descalzo sobre las ruinas de mí mismo,
recogiendo fragmentos de nombres que no existen,
buscando en el polvo la forma exacta del silencio,
ese silencio que no es ausencia sino umbral.

Seré polvo que recuerda haber sido estrella,
agua que añora el cielo del que cayó,
hueso que escucha el llamado de la carne,
y sombra que aprende a respirar sin cuerpo.

Y cuando ya no quede nada,
ni siquiera el miedo,
ni siquiera la soledad,
me disolveré en la vasta respiración del vacío,
no como quien huye,
sino como quien finalmente comprende,
que existir es caer hacia adentro,
y que perderse en la noche, es, acaso,
la única forma de regresar a lo eterno.

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