Cuarta estación…

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Del origen al fin de mi eternidad, viajo cual navegante que surca mares de silencios, para concebir fantasías en versos, junto a mi compañera de travesía, sincera tinta que interpreta mis más íntimas fantasías, he arribado a la cuarta estación de mis fracasos, aciertos y melancolías, atisbado de recuerdos somnolientos y esperanzas agotadas, miro centenares de huellas que me reclaman el no haberlas guiado, me susurran al oído, que diferente fuera el camino, más mis decisiones en pie rechazan el embate y enérgicamente responden, que no sería quien fuera, ni hubiera llegado tan lejos en mis días, si me hubiera encerrado en el olvido, posiblemente de la conformidad hubiera sido cautivo y las limitaciones hubieran hecho de mi un festín, y que decir de los mayores aciertos, nacer de ti, aprender de él, aún no me he rendido, avanzando desde el callejón sombrío, donde inmóvil quede tendido, de un sueño temporal fui preso, más los gritos ahogados de desenfreno invocaron mi regreso, anulando la decisión de elevar mi alma al siguiente nivel, donde constelaciones y universos por colonizar me aguardaban, sin vacilar fui devuelto a la realidad y aún sigo parado en el mismo lugar, donde mis valores y principios empezaron a brotar, donde la inspiración se tornó en mi estuche de colores, y como lienzos la vida y sus dolores, por más simple que pretenda parecer, soy una compleja creación, que constantemente liba con su interior, y en un sinfín de ideas por materializar, se siente impotente ante tal realidad, por ende te insto a no claudicar, a enmendar y curar lo que tus palabras marcaron, lo que tus arrebatos causaron, lo que tus años quitaron, se libre de dar, de crear, de reiniciar y soñar, de acariciar y amar, de sentir y vivir, tus máximas aún no se han escrito, deja enseñanzas y no añoranzas de lo que pudo haber sido, así llega a mi puño la mayor creación, en el plenilunio de mis destinos por vivir, de los placeres por sentir, de los pasos por dar, de los paisajes por describir con frases de felicidad, de las lágrimas por venir, que aunque contengan cauces incontrolables, en este montaje irrigaran floreciente poesía, que dejaré como perenne herencia para mi futura descendencia.

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